"Ayer te vi después de mucho tiempo en una foto. Y recordé que yo nunca olvido.
Siempre prometiste verme crecer, estar conmigo, apoyándome y ayudándome, como si fueras el pilar de mi castillo para rápidamente caer y dejar esta habitación en ruinas y no decir adiós.
Siempre prometiste un buenos días al amanecer, un te quiero a la llegada del sol a lo más alto del cielo, un para siempre al anochecer.
Y no sé si odiarte por hacerlo o amarte por dejar construirme de nuevo porque me hiciste creer en algo que dejó un vacío que alguien más va a tener que llenar.
Y ahora no somos nada. Y ahora no sé donde estás.
Recuerdo el día que me perdí en la multitud y tu fuiste la única que me encontró. Y ahora yo no sé dónde buscarte.
Recuerdo tu voz en cada brisa y tu rostro en cada sueño.
Y aún así no sabes el daño que me hiciste cuando de un día para otro me robaste todo lo que habías formado en tanto tiempo.
Y aún así no sabes el daño que me haces cuando una niña me dice que ve en cada estrella del firmamento que se reflejan en las lágrimas que caen de mis ojos cada noche al ver este maravilloso desastre que has creado.
Y aún así no sabes el daño que me harás cuando alguien como tú me haga lo mismo una y otra vez.
Porque me prometiste el cielo y no me diste opción a probar la tierra.
Y solo me has enseñado a amar como no hice con nadie para darme cuenta de que cuanta más gente entre en mi vida, más me va a hacer daño.
Y no ves el daño que haces cuando te vas sin un te quiero, sin un para siempre, sin un adiós.
Porque me dejaste volar con mi peor enemigo sin darte cuenta de que no sirve de nada darme alas si no eres tú quien estás a mi lado."
Míriam G.
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